Dentro de las sentencias expuestas, usted colega lector observará que hay una que otra de las actuales que se identifican por ser largas, cansosas, absurdas y de escaso contenido jurídico. Observación que nos hace recordar la siguiente frase recogida por la generación anterior: «A un buen entendedor, pocas palabras» pero desde que apareció el COGEP, la idea ha quedado invertida en «a un mal entendedor, muchas palabras». Todo a causa de aquella palabra mal empleada llamada «motivación», puesta por los asambleístas Montecristi, en la actual Constitución del 2008, norma suprema que por capricho de uno o de todos, pasó de Política a «garantista», como que fuera gran novedad o descubrimiento, como que no supiéramos que todas las Constituciones anteriores, a partir de 1830, se han caracterizado por reunir normas constitucionales de carácter declarativo, consagratorias de derechos, que están desarrolladas en diversas leyes y códigos (nunca antes llamados orgánicos que de aquello no tienen nada), que rigen la vida jurídica de la nación.
«Motivación», término exigido, mal empleado, mal aplicado y mal interpretado en el quehacer administrativo y judicial, toda vez que la auténtica motivación ha sido siempre utilizada en el aspecto emocional y espiritual.
Reviews
There are no reviews yet.